martes, 15 de diciembre de 2015

CRÍSPULO "el duende gris"

Críspulo es un duende pequeño y encorvado, como una especie de garrapata gris. Cuando los niños duermen o están distraídos, se cuela entre sus cabellos y anida allí unos días, a veces, semanas. Críspulo espera paciente su oportunidad, y cuando el niño se siente ilusionado ¡plas!, Comienza con aquello que más le divierte, robar. Sí, lo que más le divierte a Críspulo es robar, roba la alegría, los sueños, la ilusión y la confianza. Federico tuvo la oportunidad de conocerle y veréis lo que paso. Federico tenía un balón estupendo, regalo de sus papás y muy ilusionado salió al patio a jugar con sus amiguitos. Durante un buen rato disfruto de las patadas y los remates de cabeza, con los penaltis y pasando el balón a sus compañeros. Y cuando mejor se lo estaba pasando, Críspulo empezó a susurrar. - Eres un inútil- le decía con su vocecita chirriosa. - No sirves para nada. - Nunca meterás un gol.-.y Federico se iba poniendo cada vez más colorado - Eres torpe, torpe, torpe. Federico intentó no hacer caso, y se pasaba la manga de la camisa por la cara, frotándose los ojos, pero Críspulo seguía y seguía murmurando sin darle tregua. Entonces Federico, con lágrimas en los ojos, corrió en busca de su balón, lo cogió y bajo la mirada de sorpresa de sus amigos, salió corriendo a esconderse bajo la escalera. Críspulo reía satisfecho, había conseguido su propósito y además se estaba pegando un buen festín, pues lo que más le agradaba era un buen plato de sopa de lágrimas y mocos. Pero algo ocurrió, en un instante, Federico dejó de llorar, Críspulo no daba crédito a lo que pasaba.
Una pequeña mariposa azul se había posado sobre el balón de Federico y luego sobre su rodilla, en los dedos, en las orejas. Viéndola volar, a Federico se le habían olvidado los malos pensamientos y comenzó a reír y reír. La mariposa giraba, subía, bajaba , y después de rozar con su ala el rostro de Federico se elevó hacia el cielo. Entonces, Federico cogió de nuevo su balón y corrió al campo donde sus amigos le esperaban. Críspulo, enormemente contrariado, resbaló de su cabello y cayó al suelo sobre en un enorme charco de barro.
 Si algún día, Crispulo te susurra en la oreja, sacude bien la cabeza y rié, rié sin parar.
Carmen Galiana. Taller de Cuentacuentos Noviembre 2015

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